Cuantas veces...

Cuantas veces miramos hacia atrás, creyendo que alguien nos llama.
Cuantas veces creemos escuchar nuestro nombre de los labios que amamos.
Y todo es mentira. Se han ido. Quizá buscando otros labios, quizá buscando un destino. No lo sabemos. Se han ido los labios que amamos y que nos amaron. No sentimos recorrer nuestros cuerpos, lacerar nuestra piel con su lengua. Y recordamos. Y nos abrazamos ensimismados en nuestros recuerdos, recorremos con nuestras manos los sitios remotos que aquellos labios besaron. Y de pronto nos cubrimos la cara intentando esconder nuestras lágrimas.
Y no se puede, las lágrimas no brotan de nuestros ojos, sino de nuestros corazones, la tristeza no sólo se nota en nuestro rostro, también en el alma, trasciende más allá de lo físico y nos envuelve con su aura de melancolía, y nos volvemos a abrazar, y nos sentimos vacíos, y lloramos, pronunciando su nombre, y preguntándonos el porqué, y no hallamos respuesta. Su partida nos hace ver lo débiles que somos, y lo fuerte que nos hacían ser. Y volvemos a llorar.
Cuantas veces, abrimos los ojos despertando en la noche sintiendo sus caricias y acariciamos su lado vacío. Y nos sentimos solos y olvidados, pensando que poco somos y que menos valemos para que se hayan ido. ¿Nos olvidaron? ¿Nos estarán pensando? ¿Nos extrañarán? ¿Estarán con alguien?. No lo sabemos y volvemos a llorar apretando las cobijas. Tantas preguntas y sólo el silencio. Tan inmensa es la soledad sin ellos. Tan grande se hace la cama sin él, sin ella. Que amarga se hace la vida sin su voz, sin su amor. Y los necesitamos, y aún ausentes mientras nos sabíamos dueños de su amor éramos felices. Pero ¿y ahora?, ausentes, de amor y de besos, de un te amo, ausentes los cuerpos, ausentes las almas, ausentes sus ojos, ausente su amor.
Cuantas veces lloramos felices en sus brazos. Cuantas veces nos sentimos amados con sus caricias, con sus besos; cuantas veces nos sentimos deseados, sintiendo sus manos y sus labios. Cuantas veces amamos, sin saber que amamos, ¿cuantas veces?.
Y sin embargo, ahora que ya no está, mientras nos preguntamos el porqué, llorando, repitiendo su nombre, acurrucados, acongojados, sufriendo en silencio tanto amor, ahora, estando solos, gritando en silencio el dolor de su ausencia buscamos el porqué, sin darnos cuenta de que se fueron porque siempre escucharon de nuestros labios un "yo también" y nunca de nuestros corazones un "TE AMO".

0 comentarios: